lunes, 22 de septiembre de 2008

Avalancha Sur: el canto de una juventud

Se dice que el color amarillo significa alegría, felicidad, inteligencia, energía, y el negro quiere decir poder, elegancia, formalidad, muerte o misterio; pero para los jóvenes que integran la Avalancha Sur, estos dos colores, juntos, tienen un significado concreto: Deportivo Táchira.



Atrás quedaron los días en Pueblo Nuevo en los que el estadio era colmado por espectadores un tanto más fríos y callados, que se limitaban a ver el juego sentados, escuchando la radio, y cantaban y brincaban sólo en los goles o en alguna que otra ocasión. Se podría decir que era un ambiente más parecido al que se vive en algunos países europeos. Por supuesto, no es motivo de demérito para esos aficionados, simplemente eran otros años y otras maneras de vivir el fútbol.


Aquellos seguidores siguen asistiendo al estadio, pero ya no representan el todo, porque la tribuna sur del Templo Sagrado del fútbol venezolano alberga un movimiento cultural juvenil, que se podría decir que es reciente en el país, pero nace inspirado en las barras que hacen vida, desde hace años, en el sur del continente americano.


Los hijos de esos simpatizantes del 'Carrusel Aurinegro' crecieron viendo al equipo junto a sus padres, tíos o abuelos, y conservaron la pasión, pero decidieron darle un vuelco a la forma de vivir los partidos cada domingo. Ahora se encargan de animar a los jugadores y de contagiar al resto de personas que asisten a la cancha.


La gestación de una Avalancha


Por allá en 1997, un grupo de muchachos tachirenses, amantes del equipo aurinegro, decidieron organizarse y formar una barra, dedicada a alentar a la oncena durante los 90 minutos de juego, con cánticos, banderas, trapos y saltos.


El grupo inició su recorrido en las gradas de la popular central, donde competían por el dominio con los extintos 'Goochigans', pero al llegar a un acuerdo, en el año 2000, luego de que el Deportivo Táchira ganara la quinta estrella, los miembros de la barra decidieron mudarse hacia la tribuna sur, y allí comenzó a ensamblarse la máquina que hoy mueve masas.


Tuvieron varios nombres antes del actual. Nacieron como 'La 12', luego los integrantes sobrevivientes de los 'Goochigans' se unieron a ellos, y al marcharse de la central pasaron a ser el 'Comando Sur'. Pero no fue sino hasta el año 2006, por determinación de los primeros integrantes, conocidos como la vieja escuela, cuando se denominaron 'Avalancha Sur'.



Las primeras canciones largas entonadas por la barra fueron adaptaciones de las creadas por hinchadas de equipos argentinos. Varias temporadas después se fueron creando cánticos propios, inspirados por el equipo amarillo y negro y su andar en el torneo local. El carnaval iba tomando fuerza.


La sed de los aficionados tachirenses, sin duda los únicos en Venezuela que dan la importancia debida al torneo nacional, por tener de cerca otra vez al equipo atigrado, ocasionó que volvieran los domingos de fiesta a Pueblo Nuevo, y la vieja escuela recibió a miles de jóvenes.


Año tras año se fue sumando gente y la Avalancha Sur se expandió en las gradas, pero el regreso del Deportivo Táchira, luego de hacer vida un par de años en Caracas, por la remodelación del estadio para la Copa América 2007, fue el detonante de un movimiento que se vio fortalecido y ahora parece indestructible.


El grito de un Estado


Ya consolidada, la Avalancha Sur ahora no tiene techo, su único objetivo es apoyar sin descanso a la oncena aurinegra y, sin duda, crecer tras cada partido. Viajan a todos los estadios del país para acompañar al plantel, "en las buenas y en las malas", como ellos resaltan. Porque un equipo de fútbol se fortifica gracias a su afición y viceversa.


Pero la barra no es sólo un gran número de personas que van a cantar temas "futboleros". La Avalancha es un espacio de manifestación cultural y de pensamiento, donde varias generaciones de muchachos, unidas por una pasión, declaran sus principios e ideales, siendo uno el mensaje principal: Somos tachirenses.


Ante tanto bombardeo mediático proveniente de la capital, los hinchas de este Estado andino levantan la voz, porque sienten el país como suyo, y es en el fútbol, donde indiscutiblemente el Táchira sobresale sobre cualquier otra región del territorio nacional, que los jóvenes consiguen un medio para anunciarle al mundo que este rincón del país también está vivo.



De una rivalidad netamente deportiva, nace el afán de realzar lo que se siente propio, el anhelo de mostrar la peculiaridad de esta gente, lo que hace que alguien sea tachirense y que los de afuera lo reconozcan como tal. Es como un grito que dice: Aquí estamos, Venezuela no es sólo Caracas, el Táchira también existe.


Decenas de autobuses provenientes de los pueblos y ciudades más alejados de San Cristóbal, empresarios que no abren su negocio los domingos que hay partido, amas de casa que no hacen almuerzo para su familia por ir al estadio y hasta niños que despiertan a sus padres, bien temprano, sosteniendo la franela rayada y con una sonrisa en la cara, son un grato ejemplo de ese amor que existe por el equipo amarillo y negro y por el Estado; y la Avalancha Sur lleva ese sentimiento a cada rincón del país.


Estas ganas de mostrarse orgullosamente como tachirenses se evidencian cada semana, en las gradas de los estadios a los que asiste la barra, convirtiendo este movimiento en un fenómeno no solo deportivo, sino también sociocultural. Algo que trasciende al simple hecho de ir a la cancha a hacer fuerza por un equipo, porque el empuje es por todo un Estado.


Los trapos: declaración de ese sentimiento


Las pancartas son carteles que muestran manifestaciones populares o protestas pùblicas. En el mundo del fútbol existe lo que se conoce como trapo, que se podría decir que es una variación de la pancarta.


Estos pedazos de tela, que pueden tener cualquier medida, sirven de lienzo para plasmar el amor de los hinchas hacia su equipo, exponer el nombre de la barra en el sector en que ésta se ubica y también para expresar ese sentimiento de ser tachirense, que colma Pueblo Nuevo.


Varias muestras de esa exteriorización cultural están a la vista cada domingo en el Templo Sagrado del fútbol nacional. Algunas no miden más de dos metros de ancho y largo, otras pueden pasar los diez metros. Lo irrefutable es que todas son hechas para decir algo. Superficial o profundo, entre líneas o manifiesto, todas dicen algo.



La Avalancha Sur exhibe un trapo que dice: "Gloriosa Mistela". La Mistela es una bebida alcohólica que, aunque no pertenece únicamente al Táchira, es un licor andino. Prueba fehaciente de ese querer exaltar lo de aquí. Dejar claro que a los jugadores del Deportivo Táchira los apoyan los tachirenses, y que ellos juegan por los tachirenses.


Otro trapo enuncia: "Benemérita Banda... Tiembla la Capital", y muestra un retrato pintado de Juan Vicente Gómez. En palabras de sus creadores, con él quieren "reivindicar la tachiranidad, rescatar nuestros referentes históricos, que representan nuestra inconformidad con el sistema centralista fomentado en Caracas y expresar que aquí se está gestando un sistema que comienza por nuestra cultura".


Estos trozos de tela son una forma más de expresar el querer a esta tierra, que para los aficionados es representada por el popular 'Carrusel Aurinegro', pero también son los cánticos, las bombas, los fuegos artificiales, los saltos y las banderas, otros métodos de evidenciar ese cariño. Lo importante es que nunca se consuma ese ideal de la Avalancha Sur de animar cada domingo en el estadio, porque no es hacer fuerza sólo por un equipo... es empujar por todo un Estado.



P.D. Esto lo escribí para la página juvenil de los domingos del diario La Nación.
Aquí el link: http://www.lanacion.com.ve/noticias.php?IdArticulo=98374&XR=2