martes, 21 de abril de 2009

Lo que es del cura va pa' la iglesia

Una cosa es creer en Dios y otra creer en los individuos que se proclaman representantes del Él sobre el planeta tierra. Esos que supuestamente tienen el poder para bautizar a alguien y la moral para echarnos sermones de casi una hora, todos los domingos, sobre lo que debemos hacer y lo que no.

Les parecerá raro leer en este blog sobre religión, tal vez porque no soy el más documentado acerca del tema, o por no haber tenido la oportunidad de introducirlo en este espacio, que por lo general utilizo para contenidos menos complicados. En mi defensa, antes de entrar en materia, les cuento que estudie durante 13 años en un colegio de monjas y tenía el catecismo como asignatura. Pero la cosa no va de conocimientos teóricos. Es un asunto de fe.

Hace unas semanas tuve una de esas discusiones entre tragos, con tres buenos amigos y la novia de uno de ellos. Controversia de aquellas bien amenas, que se dan en horas de la madrugada, cuando sólo quedan en la fiesta “los que son” y no sobra nadie. Todo comenzó (si las cervezas no hacen mella en mi memoria) con el matrimonio, y allí pasamos a los sacerdotes y la iglesia católica.

Mis interlocutores hablaban de su negativa a confesarse por razones obvias: “Que el cura es igual de pecador que las demás personas”, “¿Con qué integridad puede absolver mis pecados un culpable más?”, “No voy a confesar mis faltas ante un ser humano común sólo porque tiene vestidura”. Hasta allí, todo bien. El problema comenzó cuando todos estuvieron de acuerdo en que algún día quisieran casarse por la iglesia para que la unión sea bendecida por Dios, teniendo al sacerdote como mediador. Grosera contradicción, y en esto soy inexorable.

Es contradictorio señalar que un clérigo es tan mortal como todos nosotros al momento de confesarnos, pero atribuirle poderes divinos para unir eternamente a una pareja. O crees en sus atributos sobrehumanos o no, pero no se vale exponer que el individuo es un representante de Cristo a medias. O tiene poderes o no los tiene. ¿Se entiende mi punto?

En lo personal, no creo que un presbítero tenga esos atributos. Mis pecados los hablo con Dios y sólo Él puede perdonarlos. No tengo necesidad de mediadores porque no los considero legítimos, al menos no a todos. Incluso existen personas buenas, mucho más buenas que los representantes de la iglesia, y no llevan hábito ni sotana. Punto.