sábado, 9 de febrero de 2008

Amor fatídico


Estaba sentado en la cama quemándome de dolor, era un ardor que salía del alma lo que me consumía. La mujer que siempre amé y con quien vivía ya no era la misma. Los últimos dos meses había dejado de ir a casa a la hora del almuerzo porque supuestamente se le presentó un importante proyecto en la revista en que trabajaba y éste ocupaba su tiempo libre.

Llegaba tarde en las noches por la misma razón y al hacer el amor era fría como el hielo. Ya no podía más, no soportaba verla así. Odiaba sentirme así y esperaba estar equivocado porque no quería que lo que mi mente imaginaba se hiciera realidad. Pero un día lo comprobé. En la noche mientras ella se bañaba, cuando sólo se escuchaba el ruido del agua al golpear con el suelo y el susurro producido por el roce de sus manos con su cuerpo; fui vencido por un impulso. Había dejado su celular en la peinadora y lo agarré. Mi mano temblaba mientras sostenía el teléfono y al ver un mensaje mi pesadilla cobró vida. Su amante le decía que ya había reservado para los dos la habitación 23 de un hotel en las afueras de la ciudad. Y ella que me dijo que tenía que viajar a la capital el fin de semana por un asunto de la revista. En ese momento aguanté las ganas de morirme y decidí presentarme ese día en el hotel para sorprenderla y asesinar al maldito en un arrebato de celos y locura.

El sábado por la noche me monté en mi auto y maneje hasta el hotel donde estaban ella y su amante. Era una noche fría y lluviosa, típica para un trágico desenlace. Al llegar al hotel subí por unas escaleras hasta llegar a la puerta con el número 23. Estaba totalmente mojado. Toqué y traté de imitar cualquier voz que no se pareciera a la mía para decir que era del servicio de atención al cuarto, se abrió la puerta y allí estaba ella; parada bajo el marco con una sábana blanca que cubría su cuerpo desnudo.

No se lo esperaba, quedó sin palabras mientras yo con el corazón hecho mierda pensaba en sacar el revolver y matar al desgraciado que estaba dentro. Pero de repente una voz femenina se escuchó en el interior del cuarto y preguntó, ¿quién es? Quedé paralizado al ver que salió a la vista una hermosa dama desnuda, y abrazó a mi mujer. Que sorpresa me lleve. No lo podía creer y una lágrima corrió por mi cara. Sin decirle nada y sin dejar que ella dijera nada me fui de allí. Me monté en el carro y aceleré a todo lo que da un Mustang Shelby del 65. Quería ir a un lugar solo.

Cuando llegué a un mirador bajé del auto y saqué el revolver. La mujer que amaba me había estado engañando y su amante era otra mujer. No tengo razón alguna para seguir viviendo y soportar esto. Siento el frío metal del revolver en mi sien. Ya no tendrá que preocuparse por darme una explicación. Apreté el gatillo
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4 comentarios:

Andrés Schmucke dijo...

Bienvenido a la blogsfera... y donde dejaste a Woody jejejeje... no dejes de escribir...

Un saludo...

Ora dijo...

Por un momento pensé que te habías alegrado de que “el amante” resultara siendo mujer y que te quedarías a cumplir, por fin, tu fantasía de estar con dos mujeres a la vez... (No se si es la tuya, pero si la de muchos hombres jajaja)...

Guzz Lightyear dijo...

Or@: Ese fue uno de los finales que tuve en mente para el cuento, pero como podrás ver es un poco predecible por aquello de que soy hombre y puedo tener esa fantasía sexual. Aunque tal vez a algunas personas le hubiese gustado más con ese final jejeje.

Saludos

Anónimo dijo...

Buenísimo :D !